El corazón deriva del
mesodermo esplácnico. La parte principal que forma el corazón es el campo cardiaco
primario. Las células más posteriores adoptarán la forma de aurículas cuando
sean expuestas al ácido retinoico. Las células que no sean expuestas a esta
sustancia, por defecto adoptarán la forma de ventrículos.
La aparición del campo cardiaco
secundario proporciona material celular para la formación de las porciones
evolutivamente más modernas, el ventrículo derecho y el cono arterioso.
La diferenciación del tejido
cardiaco está regulada por los grupos de moléculas: MEF2, NK2, GATA, Tbx y
Hand.
Otra fuente de células para
el desarrollo cardiaco es el proepicardio. Este consiste en un agregado de células
mesoteliales en el pericardio cercano al área de entrada de flujo del corazón
en desarrollo, da origen al epicardio, a la mayoría de las células
intersticiales del corazón y a la vascularización coronaria.
El tubo cardiaco tiene simetría
bilateral, aunque luego se va a plegar a la derecha y va a perder su simetría.
Gracias a las indicaciones
moleculares de Hand, se lleva a cabo el desarrollo asimétrico del tubo
cardiaco. El tubo cardiaco recto empieza a plegarse, su superficie ventral se
convierte en el margen externo del asa y la superficie dorsal se transforma en
el margen interno. Las cámaras cardiacas se originan como evaginaciones del
margen externo del asa cardíaca.
Las células de la cámara miocárdica
se caracterizan por su alta capacidad proliferativa, su intensa
contractibilidad, su alta velocidad de conducción y una baja capacidad de
generar impulsos espontáneos.
El corazón adopta una
forma de S. Aquí la aurícula se encuentra en una posición dorsal al tracto de
salida. El tracto de salida se denomina Bolbus cordis. La parte superior de la
S corresponde al Bolbus, la parte media es la porción ventricular y la parte
inferior corresponde a la aurícula.
La aurícula se separa
parcialmente del ventrículo por la formación de unos gruesos cojinetes
auriculoventriculares. Aparece un engrosamiento en la unión entre el ventrículo
y el tracto de salida. La gelatina cardiaca protruye hacia el conducto
auriculoventricular. Los cojinetes endocárdicos ayudan a la propulsión en
sentido hacia delante de la sangre.
Los cojinetes endocárdicos
forman las paredes dorsal y ventral del conducto auriculoventricular. Conforme
crecen en este canal, los dos cojinetes se encuentran y separan el canal
auriculoventricular en los conductos derecho e izquierdo. Más tarde en el
desarrollo aparecerán hojas en las válvulas del canal auriculoventricular.
Posteriormente, se producen
cambios que dividen la aurícula en dos cámaras separadas. La división empieza
en la quinta semana con un crecimiento descendente de un septum primum
interauricular en forma de media luna. Las puntas de la media luna del septum
primum crecen hacia el canal auriculoventricular y se fusionan con los
cojinetes endocárdicos. El espacio entre el frente de avance del septum primum
y los cojinetes endocardiacos se llama foramen primum interauricular. Este
espacio actúa como un cortocircuito.
Al fusionarse el borde libre
del septum primum con los cojinetes endocárdicos, cerrando el foramen primum,
las perforaciones cefálicas del septum primum se agrupan para dar lugar al
foramen secundum interauricular. Luego, se empieza a constituir el septum
secundum en forma de media luna a la derecha del septum primum. Así se forma el
foramen oval, el cual permite que la mayor parte de la sangre que entra a la
aurícula derecha, pase directamente a la izquierda.
El tabique interventricular
muscular empieza a crecer desde el vértice del asa ventricular hacia los
cojinetes endocárdicos auriculoventriculares. Al comienzo existe un agujero
interventricular, que se cierra gracias a un crecimiento del tabique
interventricular muscular y por una contribución del tejido de la cresta
troncoconal que divide el tracto de salida del corazón y también gracias a un
componente membranoso derivado del tejido de los cojinetes endocárdicos.
Fuente: Carlson B. Embriología humana y biología del desarrollo. 4 ed. España: Elsevier mosby; 2009. p. 453-466
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